El sacerdote y el pueblo exponen al unísono, en la Misa: "Yo confieso ante
Dios todopoderoso, y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de
pensamiento, palabra, obra y omisión: (dándose golpes de pecho) por mi culpa,
por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a
los Ángeles, a los Santos, y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante
Dios, nuestro Señor".
Absolución que declama el sacerdote: "Dios todopoderoso, tenga misericordia
de nosotros, perdone nuestros pecados, y nos lleve a la vida eterna".
El pueblo: Amén.